Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno

Biografia




Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, conocido como Juan Rulfo (Apulco, Jalisco, 16 de mayo de 1917 -Ciudad de México, 7 de enero de 1986), fue un escritor, guionista y fotógrafo mexicano, perteneciente a la generación del 52. La reputación de Rulfo se asienta en dos libros: El Llano en llamas, compuesto de diecisiete relatos y publicado en 1953, y la novela Pedro Páramo, publicada en 1955.Juan Rulfo fue uno de los grandes escritores latinoamericanos del siglo XX. En sus obras se presenta una combinación de realidad y fantasía cuya acción se desarrolla en escenarios mexicanos. Sus personajes representan y reflejan el tipismo del lugar con sus grandes problemáticas socio-culturales entretejidas con el mundo fantástico. La obra de Rulfo, y sobre todo Pedro Páramo, es el parteaguas de la literatura mexicana que marca el fin de la novela revolucionaria, lo que permitió las experimentaciones narrativas, como es el caso de la generación del medio siglo en México o los escritores pertenecientes alboom latinoamericano.

COMO FOTOGRAFO

Juan Rulfo



Reconocido mundialmente por su obra literaria, Juan Rulfo realizó además un importante trabajo fotográfico que en los últimos años ha generado gran interés. Mucho más que una afición incidental (el legado comprende un archivo de más de seis mil negativos), las fotografías de Rulfo fueron creadas durante los mismos años en que realizaba su obra escrita, aunque son por completo independientes de ésta. Sus primeras fotos y primeros textos datan de los últimos años de la década de 1930. Publica esos cuentos y primeras imágenes en la revista América, y el artículo de José Carlos González Boixo titulado “Esteticismo y clasicismo en la fotografía de Juan Rulfo”, en el libro Tríptico para Juan Rulfo: poesía, fotografía, crítica (datos del mismo en esta página oficial de Juan Rulfo) analiza los diversos géneros fotográficos cultivados por Juan Rulfo y hace un recuento cronológico muy completo —apoyado en la información consignada en el segundo número de Los Murmullos, boletín de la Fundación Juan Rulfo— de las exposiciones que le han sido dedicadas. En el mismo Tríptico para Juan Rulfo aparece el texto de Lon Pearson “Una exposición fotográfica olvidada”, que describe las circunstancias que lo llevaron a conocer la primera exposición de Juan Rulfo, realizada en Guadalajara en 1960. Se reproducen en esta publicación, además, las 23 imágenes que la integraron, así como (de manera facsimilar) las 11 que había publicado en 1949 en América. Por último, hay en el Tríptico para Juan Rulfo un ensayo de Daniele De Luigi (“Más allá del silencio. Rulfo fotógrafo: problemas e interpretaciones”) que intenta una aproximación seria, desde el sólido conocimiento por su autor de la historia de la fotografía mundial, al análisis de la obra rulfiana.
Rulfo continuó publicando sus fotografías en diversos medios a lo largo de las décadas de 1950 y 1960, como lo muestra el artículo de Paulina Millán “La difusión inicial de la fotografía de Juan Rulfo (1949-1964)”, aparecido en el libro Nuevos indicios sobre Juan Rulfo (datos del mismo en esta página oficial de Juan Rulfo). La primera gran exposición de fotografías (100) de Rulfo tuvo lugar en el Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México en 1980, en el marco de un Homenaje nacional (título del catálogo de la exposición) al escritor y fotógrafo.



COMO ESCRITOR

En 1930 participó en la revista México. En 1945, publicó, para la revista Pan en Guadalajara los cuentos: La vida no es muy seria en sus cosas, Nos han dado la tierra así como en Macario. Establecido en la Ciudad de México en 1946 se publicó el cuento Macario en la revista América. En 1948, se publicó La cuesta de las comadres y en 1950 Talpa y El Llano en llamas. En 1951 la revista América publicó el cuento ¡Diles que no me maten! y en 1953 el Fondo de Cultura Económica integró El Llano en llamas (al que pertenece el cuento Nos han dado la tierra) en la colección Letras Mexicanas. En 1955 se publicó Pedro Páramo.
Las pocas obras de Juan Rulfo, aunque constan sólo de dos libros, le valió reconocimiento en todo el mundo de habla española, en el que se concretó en premios tan importantes como el Nacional de Letras (1970) y el Príncipe de Asturias de España (1983); fue traducida a numerosos idiomas. En 1953 apareció el primero de ellos, El llano en llamas, que incluía diecisiete narraciones (algunas de ellas situadas en la mítica Comala), que son verdaderas obras maestras de la producción cuentística. En 1955, sale a la luz Pedro Páramo, la primera y única novela que escribió Juan Rulfo, el acontecimiento señala el final de un lento proceso que ha ocupado al escritor durante años y que demuestra toda la riqueza y diversidad de su formación literaria. Una formación que ha asimilado deliberadamente las más diversas literaturas extranjeras, desde los modernos autores escandinavos, hasta las producciones rusas o estadounidenses.
Entre 1956 y 1958 escribió su segunda novela, El gallo de oro, que no fue publicada sino hasta 1980.9

El tío Celerino.

Después de haber concluido sus dos novelas, Rulfo abandonó la escritura de libros. En marzo de 1974, durante un diálogo estudiantil en la Universidad Central de Venezuela, Rulfo justificó ese abandono con la muerte de su tío Celerino, quien "le platicaba todo". El tío Celerino existió realmente y, con él, Rulfo recorrió muchos pueblos y escuchó sus historias, las cuales eran consideradas como fantasiosas.
El escritor Enrique Vila-Matas, en su libro Bartleby y compañía, describe esta justificación como una de las más creativas que haya conocido. Para el escritor César Leante, Rulfo quiso evitar la repetición de evocar la crueldad y el dolor expresados en El Llano en llamas y Pedro Páramo. La esencia de la explicación de Leante se asemeja a la declaración de Rulfo acerca de que, al escribir Pedro Páramo, pensaba frecuentemente en salir de la ansiedad, porque la escritura llevaba al sufrimiento.

GUIONISTA DE CINE

En 1956, el director de cine Emilio "el Indio" Fernández le solicitó guiones para cine, Rulfo en colaboración con Juan José Arreola realizó algunos de ellos. Muchos de sus textos han sido base de producciones cinematográficas. En 1960 se produjo la película El despojo basada en una idea de Rulfo. En 1964 El gallo de oro dirigida por Roberto Gavaldóny adaptada al cine por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez.
La película El Rincón de las Vírgenes dirigida por Alberto Isaac en 1972, es una adaptación de los cuentos Anacleto Morones y "El día del derrumbe" incluidos en El Llano en llamas.

OBRAS PRINCIPALES


EL LLANO EN LLAMAS (1953)


Serie de diecisiete cuentos en los que Juan Rulfo trata entre otros asuntos, el problema de la tierra. La tierra infértil como la del relato de Luvina y Nos han dado la tierra, en dónde los personajes caminan por la tierra que les han dado haciendo referencia a ella como un comal acalorado en donde si siembran, no crecerá nada, ni zopilotes. Dicho cuento tiene como referencia el código histórico político y concretamente hace alusión a la reforma agraria y a la repartición de la tierra incrementada durante el sexenio de Cárdenas. Macario, primer cuento con el que arranca el libro, es un joven que por órdenes de su madrina se dedica a matar ranas al salir de las alcantarillas, ya que ella lleva días sin poder dormir a causa del escándalo.
Es que somos muy pobres trata la historia de una familia muy humilde por la que pasan todas las desgracias y el temor de los padres de que Tacha, su hija más chica, se convierta en una prostituta como sus hermanas mayores, que decidieron tomar ese camino a causa de la pobreza y mala suerte que las perseguía.
Narrados la mayoría de ellos en primera y tercera persona, Rulfo recrea un ambiente a lo largo de los cuentos con seres que viven en un estado de magia. El presente para ellos es trágico y la nostalgia del pasado y el recuerdo es una constante. El autor logró retratar la problemática del campo y la provincia jaliscienses a través de un realismo mágico que autores como Jorge Luis Borges y García Márquez le reconocen ampliamente.


PEDRO PÁRAMO (1955)

Pedro Páramo es la historia de un pueblo que, sometido al poder despótico del cacique Pedro Páramo, ha quedado reducido a cenizas. Cuando Juan Preciado, protagonista de la novela e hijo de Pedro Páramo, llega a Comala, movido por el deseo de conocer a su padre, se encuentra con la cara más amarga del abandono y la desolación. Y es que, en realidad, en Comala ya no queda nadie, sólo lamentos y quejas; las ánimas de los muertos que murieron sin saberlo.
Gracias a estos murmullos, Juan Preciado va reconstruyendo la historia del pueblo, pero, cuando quiere darse cuenta, ya es demasiado tarde para salvarse; es así como Rulfo lo presenta enterrado en el subsuelo, murmurando junto al resto de los personajes sobre sus intenciones frustradas.
La novela se presenta como un confuso mundo donde la distinción entre la vida y la muerte no es del todo clara, donde la historia del padre se entremezcla con la del hijo y donde la ficción y la realidad conviven en una aparente armonía. Para ello, Rulfo se sirve de una sintaxis sencilla, depurada, pleonástica y de una estructura compleja en la que sorprendentes vacíos y continuos saltos cronológicos transmiten esa idea de pecado que ahoga a los habitantes de Comala.
Al igual que Comala, Juan Preciado muere sin haber alcanzado sus propósitos, pues son precisamente las ilusiones frustradas las que anulan la esperanza de seguir viviendo y matan a quien cae en el desánimo.

EL GALLO DE ORO (2010)

“El Gallo de Oro”, es la segunda novela de Juan Rulfo y fue poco valorada por la crítica profesional, quizá debido a que fue considerada primero como un “guion cinematográfico”. Sin embargo, la posterior defensa de su cualificación como obra literaria que intentó liberarla de sus ataduras cinematográficas, corre el riesgo de dejar de lado el interés de Rulfo por el cine, recordemos también, al pasar, que ejerció la fotografía con mucho arte. [Su obra fotográfica se formó entre 1940 y 1955, tiempo en el que produjo unas 6000 fotografías en blanco y negro y unos 1000 negativos en color, mientras viajaba por todo México debido a su trabajo].El Gallo de Oro, no es pues, ni un guion cinematográfico ni un “texto para cine” (como decía el título con el que se lo publicó por primera vez), no obstante, como sostiene Douglas J. Weatherford (3), no hay que olvidar su enlace con los intereses cinematográficos de Rulfo. Salvando las distancias, podemos comprarlo con la obra del escritor Manuel Puig, que también vivó en México, en el que se ve claramente su filiación con el cine.
El Gallo de Oro es una novela, si nos atenemos a la sencilla distinción que realizan Deleuze y Guattari (4). En una novela corta todo se organiza en torno a la pregunta “¿Qué ha pasado?”, el cuento por el contrario, se organiza respondiendo a la pregunta: “¿Qué va a pasar?”. En la novela siempre pasa algo, en “su eterno presente viviente (duración)”, integra elementos de la novela corta y del cuento. Precisamente en la obra de Rulfo, en sus narraciones y en sus dos novelas encontramos este “eterno presente”, con una intensidad tal que, en palabras de Ramón Xirau, en Rulfo  “sólo queda el presente” (5), un presente desolador, de hondísima tristeza. Al reunir Juan Rulfo en su obra, el lenguaje poético y el lenguaje popular, también mezcla magistralmente realidad y fantasía.
Sus cuentos y la novela Pedro Páramo están escritos en primera persona, en cambio, en El Gallo de Oro se trata de un narrador omnisciente, es uno de los detalles que la hace diferente a su obra, sin embargo, están presentes en ella los demás registros comunes a toda su narrativa: El futuro herméticamente cerrado, el fatalismo, los personajes “determinados por lo que han hecho, quedan inmóviles ante su destino”.




LIBROTÓN

             
                EL LLANO EN LLAMAS (1953)



NOS HAN DADO LA TIERRA.

Un narrador en primera persona narra en presente el camino por el llano que está recorriendo junto con tres compañeros. Bajo un calor sofocante, se mueven hacia la tierra que el gobierno les ha dado. El trayecto es tan agotador que ni les da para hablar. En un flashback, el narrador recuerda cómo un funcionario del gobierno les anunció que fueran a trabajar al Llano Grande. Para ellos es una gran decepción porque la tierra es tan seca y árida que resulta inútil sembrar algo.
“Así nos han dado esta tierra. Y en este comal acalorado quieren que sembremos semillas de algo, para ver si algo retoña y se levanta. Pero nada se levantará aquí. (...) este terreno endurecido, donde nada se mueve y por donde uno camina como reculando.” 

LA CUESTA DE LAS COMADRES.

Un personaje que habla en primera persona, sin presentarse, describe la situación de su pueblo. Todos los habitantes lo dejaron porque dos caziques, los hermanos Torrico, se habían apoderado de todo el terreno. El protagonista se considera amigo de los hermanos y hasta, un día, colaboró con ellos en el asalto de un arriero. Cuando Remigio Torrico llega y acusa al protagonista de haber matado a su hermano, éste acaba con él con una aguja de arria. Le revela al cadáver que él no había matado a su hermano sino que fueron los Alcaraces.

ES QUE SOMOS MUY POBRES.

Un niño recuerda la catastrófe que vivió su familia. Una tormenta de verano arrasó la aldea y el agua se llevó también la vaca de su hermana Tacha. Este animal era toda la esperanza de la niña porque el padre se la había comprado como ajuar, para que no acabara prostituyéndose como sus hermanas mayores.
“Y Tacha llora al sentir que su vaca no volverá porque se la ha matado el río. (...) El sabor a podrido que viene de allá salpica la cara mojada de Tacha y los dos pechitos de ella se mueven de arriba abajo, sin parar, como si de repente comenzaran a hincharse para empezar a trabajar por su perdición.” 

EL HOMBRE.

Un hombre huye por el bosque. Va dejando sus huellas, por lo que resulta fácil perseguirlo. Perseguidor y perseguido mantienen monólogos entrelazados, que nos revelan paulatinamente que el hombre mató a la familia de su perseguidor porque éste había matado a su hermano. Le torturan remordimientos por haber acabado con toda la familia, pero la oscuridad impidió que pudiera reconocer al enemigo, así que mató a todos.
En la última parte del cuento un pastor de ovejas declara ante el juez que encontró al fugitivo, primero vivo, después muerto. Le acusan de encubridor pero él asegura que no sabía quién era aquel hombre angustiado. “Soy borregero y no sé de otras cosas.” 

EN LA MADRUGADA.

El viejo Esteban, vaquero, trabaja en la hacienda de don Justo Brambila que mantiene relaciones incestuosas con su sobrina adolescente. En una madrugada, Esteban golpea a un becerro para separarlo de la madre. Don Justo, al contemplar el suceso, le propina una fuerte paliza de la que resulta malherido. El mismo día don Justo aparece muerto, y se sospecha que Esteban fue el asesino. Éste, sin embargo, no se acuerda.
“Que dizque yo lo maté. Bien pudo ser. Pero también pudo ser que él se haya muerto de coraje. Tenía muy mal genio.” 

TALPA.

El hermano del enfermo Tanilo cuenta (en primera persona) cómo Natalia, su cuñada y él mataron a Tanilo empujándolo a emprender la larga peregrinación a Talpa. Pero después de haber conseguido su meta los adúlteros no vuelven a hablarse por el gran peso del pecado.
“Porque la cosa es que a Tanilo Santos entre Natalia y yo lo matamos. Lo llevamos a Talpa para que se muriera. Y se murió.” 

MACARIO.

Macario — un idiota — mantiene a lo largo del cuento un monólogo para calmar su miedo. Está sentado en una alcantarilla esperando que salgan las ranas para matarlas y comérselas para que no despierten a su madrina. En su monólogo algo caótico el huérfano discapacitado evoca su situación de marginado en el pueblo (le agreden con piedras), sus temores de ir al infierno después de morir, su hambre insaciable y sus ganas inocentes de chupar los senos de la criada Felipa, que es su único refugio.

EL LLANO EN LLAMAS.

Se narran las peripecias de unos revolucionarios que roban y saquean para poder enfrentarse después a los federales. Casi todos los revolucionarios son abajeños, pero poco a poco se fueron sumando los indios güeros de Zocoalco y los de Mazamitla. Tras el asalto y descarrilamiento de un tren, las cosas empiezan a ir peor para los revolucionarios. Los detienen y los cuelgan cabeza abajo. Hasta sus gentes los tienen ahora por enemigos. Los que pueden se dispersan. Una mujer espera la salida de la cárcel de uno de ellos: había tenido un hijo suyo cuando, después de matar a su padre, la raptó de su hacienda.

DILES QUE NO ME MATEN.

Juvencio Nava mató a su compadre don Lupe Torreros por haberle negado pasto para sus animales. Juvencio es encarcelado. Soborna al Juez. Sale de la cárcel y pasa 35 años como fugitivo, terminando por establecerse en otro terreno. A los 60 años dan con él. El coronel que manda fusilarlo es hijo de don Lupe.
El cuento mezcla diálogos entre hijo y padre, inserciones de un narrador en tercera persona y monólogos del viejo Juvencio.

LLUVIA.

En un pseudo-diálogo que se revela monólogo, un personaje cuenta a un viajero en camino a Luvina, lo que le pasó en este pueblo siniestro. Él fue allí con la misma esperanza del viajero, es decir, la de encontrar un futuro allí. Pero Luvina es un pueblo hostil y fantasmal ("donde anida la tristeza"), en el que viven sólo los viejos en condiciones miserables, abandonados por los jóvenes y olvidados por el gobierno. Continúan allí para no dejar a sus muertos.
(Un narrador en tercera persona limita sus descripciones a lo más necesario.)
“San Juan Luvina. Me sonaba a nombre de cielo aquel nombre. Pero aquello es el Purgatorio. Un lugar moribundo donde se han muerto hasta los perros y ya no hay quien le ladre al silencio; pues en cuanto uno se acostumbra al vendaval que allí sopla, no se oye sino el silencio que hay en todas las soledades. Y eso acaba con uno. Míreme a mí. Conmigo acabó.” 

LA NOCHE QUE LO DEJARON SOLO.

Feliciano Ruelas y sus tíos Tanis y Librado son revolucionarios. Atraviesan la Sierra y han de viajar de noche para ganar una jornada. Feliciano se detiene y pasa la noche solo, sintiendo el frío del rocío. De día prosigue su camino. De repente, se encuentra con los soldados y con sus tíos colgados de un árbol, cabeza abajo. Siente pánico y se echa a correr entre los pajonales.
El cuento mezcla diálogos, inserciones de un narrador en tercera persona y monólogos.

ACUÉRDATE.

En un monólogo en presencia de un testigo-oyente, un personaje trata de hacer recordar a otro la vida de Urbano Gómez, compañero de ambos, años atrás. Urbano es hijo de una mujer, apodada la Berenjena, que "andaba metida en líos y de cada lío salía con un muchacho". Era cuñada de Nachito Rivero que abandona a su mujer tras volverse "menso" y que se dedicará desde entonces a tocar canciones desafinadas con una mandolina. A Urbano "lo expulsaron de la escuela porque lo encontraron con su prima la Arremangada jugando a marido y mujer". Por la paliza que le propinó su tío Fidencio, Urbano, lleno de coraje, abandona el pueblo. Pasados varios años, regresa al lugar, convertido en policía y sin querer mediar palabra con nadie. Un día mata, con la culata de su máuser, a su cuñado Nachito que por la noche fue a darle una serenata. Eso le hace huir de nuevo, pero lo encuentran y lo ahorcan.

NO OYES LADRAR LOS PERROS.

Un viejo transporta en sus espaldas a su hijo Ignacio que va herido de muerte. Su relación es tan malísima que el padre trata a su hijo de usted, pues éste se hizo salteador de caminos. Pero por el recuerdo de su mujer difunta, el padre lo lleva, montaña arriba, hasta Tonaya, en la esperanza de encontrar allí a un médico. No se divisa el pueblo y el viejo al menos quiere que su hijo escuche el ladrar de los perros para asegurarse de que ya están llegando. Al soltar el cuerpo muerto de su hijo destraba difícilmente los dedos con que su hijo viene sujetándose de su cuello y oye el ladrar de los perros. Hasta con esta última esperanza su hijo no lo ayudó.

EL DÍA DEL DERRUMBE.

En este cuento humorístico dos compañeros recuerdan (en un diálogo) la fiesta que se montó en honor del gobernador quien vino a visitar al pueblo por el terremoto que se había producido allí. En realidad, había venido para asegurar el apoyo del gobierno en esta situación difícil, sin embargo, por su comportamiento y su discurso se desenmascara la hipocresía del gobierno que deja a su pueblo en la estacada. Finalmente, la visita se convirtió en una borrachera de la buenas, que terminó en un tiroteo tumultuoso. Uno de los compañeros recuerda que por la fiesta y el lío de aquel día hasta se perdió el nacimiento de su propio hijo.

LA HERENCIA DE MATILDE ARCÁNGEL.

Matilde Arcángel, la mujer de Euremio Cedillo, tuvo la desgracia de morir al desbocarse un caballo, el día del bautizo de su hijo. Euremio culpa del suceso al recién nacido, pues con su llanto debió espantar al caballo. Euremio, por tanto, odia desde ese día a su hijo. Se desentiende de él hasta el punto de ir vendiendo, poco a poco, su patrimonio para consumir el dinero en bebidas y dejar así desheredado a su hijo. Euremio hijo creció, a pesar de todo, apoyado en la piedad de otras personas; gustaba de tocar la flauta mientras el padre dormía la borrachera. Un día atravesaron el pueblo unos revoltosos y Euremio hijo se fue con ellos. Detrás llegaron las tropas del gobierno a las que Euremio padre se unió para perseguir a su hijo. Días después regresan los forajidos derrotados. Detrás viene el jóven Euremio, a caballo, tocando la flauta y portando el cuerpo muerto de su padre.
(El narrador en primera persona del cuento es el compadre de Euremio quien estaba comprometido con Matilde y fue dejado por ella a causa de Euremio.)

ANACLETO MORONES.

Lucas Lucatero cuenta en tono muy humorístico cómo diez feas mujeres viejas vinieron a su casa para pedirle que atestigüe que su suegro, Anacleto Morones, fue un santo. Quieren que se le canonice. Pero Lucas Lucatero les dice que fue todo menos un santo. Según él fue un embustero, tenía relaciones sexuales con todas las mujeres del pueblo y hasta con su propia hija, quien se quedó encinta de él. Enfadadas por tal blasfemia las mujeres se van una tras una, excepto la vieja Francisca quien se queda para pasar la noche con Lucas Lucatero y, sin saberlo, lo ayuda a amontonar piedras en la sepultura de Anacleto Morones. Pues éste, al salir de la cárcel, fue a buscar a su yerno y le exigió que le devolviera sus propiedades. Pero Lucas se lo negó, lo mató y lo enterró en el corral. A la mañana siguiente, Francisca le reprocha no que no fue nada cariñosa con ella mientras que “El Niño Anacleto. Él sí que sabía hacer el amor.”

PASO DEL NORTE.

El cuento consta principalmente de un dialógo entre hijo y padre, cuya relación es pésima. El hijo le pide al padre que cuide de su familia mientras él pasa la frontera para ganarse un poco de dinero. Informa al padre que allí donde viven ya no pueden ganarse la vida reprochándole al mismo tiempo que nunca se ocupara de él. El padre, a su vez, está amargado porque se le murieron su mujer y su hija así que desde que el hijo lo dejó se siente extremadamente solo.
En la segunda parte, introducida brevemente por un narrador en tercera persona, el lector se entera del fracaso del hijo. Al pasar el río, él y sus compañeros fueron agredidos (supuestamente por los apaches) y el hijo fue el único que pudo salvarse del tiroteo.
De vuelta en casa del padre, el hijo le relata lo que pasó pero no cosecha más que reproches. Además, el padre le informa que su mujer le abandonó con un arriero y le exige el dinero que gastó en sus hijos (ya liquidó su casa para este fin). Desilusionado el hijo se va en busca de su mujer.

VALORACIÓN FINAL.

En líneas generales los cuentos dan a conocer un mundo hostil, árido, amargo. Por todos lados aparecen tierras duras, aldeas vacías, injusticias, miserias, crímenes, muertes, sensualidad, venganzas, odios, supersticiones, degradaciones...: un mundo desesperado y violento, presidido por el hambre, la soledad y la muerte.
Algunas técnicas narrativas que emplea Rulfo son: focalización interior de los sucesos (muchos cuentos se narran en primera persona), ruptura del desarrollo cronológico, uso del diálogo o monólogo dirigido muchas veces a un testigo-oyente, que no aparece explícitamente, estilo escueto, repitición de ciertas frases claves, tiempo paralítico que parece haberse detenido.