Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno

COMO ESCRITOR

En 1930 participó en la revista México. En 1945, publicó, para la revista Pan en Guadalajara los cuentos: La vida no es muy seria en sus cosas, Nos han dado la tierra así como en Macario. Establecido en la Ciudad de México en 1946 se publicó el cuento Macario en la revista América. En 1948, se publicó La cuesta de las comadres y en 1950 Talpa y El Llano en llamas. En 1951 la revista América publicó el cuento ¡Diles que no me maten! y en 1953 el Fondo de Cultura Económica integró El Llano en llamas (al que pertenece el cuento Nos han dado la tierra) en la colección Letras Mexicanas. En 1955 se publicó Pedro Páramo.
Las pocas obras de Juan Rulfo, aunque constan sólo de dos libros, le valió reconocimiento en todo el mundo de habla española, en el que se concretó en premios tan importantes como el Nacional de Letras (1970) y el Príncipe de Asturias de España (1983); fue traducida a numerosos idiomas. En 1953 apareció el primero de ellos, El llano en llamas, que incluía diecisiete narraciones (algunas de ellas situadas en la mítica Comala), que son verdaderas obras maestras de la producción cuentística. En 1955, sale a la luz Pedro Páramo, la primera y única novela que escribió Juan Rulfo, el acontecimiento señala el final de un lento proceso que ha ocupado al escritor durante años y que demuestra toda la riqueza y diversidad de su formación literaria. Una formación que ha asimilado deliberadamente las más diversas literaturas extranjeras, desde los modernos autores escandinavos, hasta las producciones rusas o estadounidenses.
Entre 1956 y 1958 escribió su segunda novela, El gallo de oro, que no fue publicada sino hasta 1980.9

El tío Celerino.

Después de haber concluido sus dos novelas, Rulfo abandonó la escritura de libros. En marzo de 1974, durante un diálogo estudiantil en la Universidad Central de Venezuela, Rulfo justificó ese abandono con la muerte de su tío Celerino, quien "le platicaba todo". El tío Celerino existió realmente y, con él, Rulfo recorrió muchos pueblos y escuchó sus historias, las cuales eran consideradas como fantasiosas.
El escritor Enrique Vila-Matas, en su libro Bartleby y compañía, describe esta justificación como una de las más creativas que haya conocido. Para el escritor César Leante, Rulfo quiso evitar la repetición de evocar la crueldad y el dolor expresados en El Llano en llamas y Pedro Páramo. La esencia de la explicación de Leante se asemeja a la declaración de Rulfo acerca de que, al escribir Pedro Páramo, pensaba frecuentemente en salir de la ansiedad, porque la escritura llevaba al sufrimiento.